viernes, 2 de mayo de 2008

Nobuyoshi Araki

Nobuyoshi Araki (1940, Tokio) es un fotógrafo muy estimulante para el ojo occidental. Y lo es por varios motivos: en primer lugar, es un artista marcadamente japonés, cuya mirada no ha sido prácticamente contaminada por las de los autores extranjeros. Su influencia fundamental, lo que atraviesa todo su trabajo, es su vida, el mundo que le rodea. Y ese mundo, el Japón moderno, se presenta al habitante medio de occidente como lo más parecido a un planeta extraterrestre que pueda encontrarse. Pero además de eso, Araki es sin duda una víctima de la compulsión de crear y consumir muchas imágenes. El gusto nipón por la saturación se pone en evidencia en su manera de hacer, desechando formalismos y rigideces compositivas y respondiendo a un impulso marcado por la velocidad y la intuición. Realizando del orden de 70 u 80 fotografías por día -como afirma en una entrevista con Jérôme Sans- su producción es inabarcable. En su obra late una notable agresividad, una sensación constante de transcurso. Sus visiones están plagadas de diagonales, apenas hay reposo, todo es desorden, vida palpitante.



Araki ha editado multitud de libros; libros en los que le es posible adoptar una "estrategia" diferente a sus exhibiciones habituales en museos y galerías. En las páginas de esos libros las fotos están situadas de una manera tal que reconstruyen una historia. El tiempo de las historias está muy fragmentado y las imágenes se suceden a toda velocidad, sin dejar un momento para el respiro. Según Koshi Ueno, un crítico nipón, “La fotografía para Araki es más que una documentación de los hechos. Las fotos constituyen un drama (una historia de amor) que imita la realidad.” Esto lo acerca en cierta manera a la obra Nan Goldin (de hecho, ambos reconocen compartir obsesiones similares). Sin embargo, en el caso de ésta la identidad de sus modelos aparece revelada, no así en el caso del japonés. La ausencia de esa identidad revelada confiere a sus modelos una dimensión casi mítica: las colegialas, los dinosaurios de plástico (sus alter-egos), mujeres atadas... y flores, sexos, apareciendo y reapareciendo al otro lado constantemente.

Cámara en ristre, dispara contra todo aquello que le rodea a lo largo del día; así, vemos capturados por su cámara asesina (pues, según él, fotografiar es asesinar), desde árboles, calles, habitaciones, cementerios o nubes a cualquier persona que se encuentre en su radio de acción. Aunque expone los resultados de su fiebre en galerías, el japonés nunca se ha caracterizado por una devoción especial hacia los originales. Ha llegado incluso a exponer fotocopias de sus obras, impresas sobre papel y cubriendo los muros de las salas, disponiendo asi decenas de fotografías juntas. De esta manera, el visitante se ve obligado a escoger, -puesto que le es imposible captarlas todas de una vez- su itinerario particular, navegando entre los restos de memoria que el autor ha dispuesto. También ha utilizado a veces otro sistema que le permite mostrar ese transcurso imaginario: slide shows, es decir mostrarlas mediante un sistema de proyección, en una doble pantalla.

A pesar de la gran fama que ha alcanzado en su país, ha sido siempre un fotógrafo acompañado por la polémica. Causó un gran escándalo cuando expuso en una galería las fotografías que documentaban la enfermedad y posterior muerte de su esposa Yoko, que tuvo lugar en 1990. Además de eso, ha sido acusado repetidas veces de pornógrafo y de cosificar a sus modelos . Es cierto que las fotografías de Araki son explícitas en lo sexual, pero su manera de tratar el sexo está algo alejada de la pornografía convencional, en la que siempre impera una dimensión aplastantemente falocéntrica (incluso en la realizada por mujeres, que puede ser tanto falocéntrica como simplemente risible). No es ese el caso de Araki, a pesar de que su cámara, además de asesinar, es una “cámara-falo” según, de nuevo, él mismo. Incluso cuando se sitúa al otro lado, el japonés no deja de acercarse al ideal de hombre lesbiano. Y en cualquier caso, las chicas se pelean por que este bizarro personaje de gafas redondas, pajarita y tirantes, les fotografíe.

Las mujeres son el centro de gravedad permanente de su obra, como él ha remarcado en repetidas ocasiones: “Para mí, la mujer es fotografía (…) Las mujeres tienen todos los encantos de la vida. Tienen todos los atributos esenciales: belleza, fealdad, obscenidad, pureza… mucho más que la naturaleza (…) Un fotógrafo que no hace fotos de mujeres no es un fotógrafo, o lo es de tercera clase. Las mujeres te enseñan más acerca del mundo que leer La Comedia Humana de Balzac. Sea tu esposa, una mujer de una sola noche o una prostituta, las mujeres te enseñan cómo se mueve el mundo”.

Tokyo Lucky Hole, (Ohta Shuppan, 1990), uno de sus libros más célebres, ofrece un ameno e hipercinético recorrido por Kabuki-cho, en el barrio de Shinjuku. En la primera mitad de los ochenta, Shinjuku era el lugar donde se concentraba la industria sexual (burdeles, sex-shops, sitios de masaje). El título hace referencia a una especie de cubículos en los que hay abierto un agujero. Los clientes introducen el pene dentro de ese agujero y al otro lado –por lo menos así lo han de creer- hay una mujer para acariciarlo, chuparlo o lo que se tercie. Taschen lo editó en 1997. En este libro se puede seguir un viaje frenético por entre todos estos lugares, cargado de energía, vida y alegría. Y como toda alegría, amenazada constantemente por la muerte (a fin de cuentas otro de sus temas principales) y unida a esa extraña tristeza que la acompaña.

En Arakimentari, un documental realizado en 2004, su amigo y admirador, el grandísimo Takeshi Kitano, comenta lo siguiente: “Araki es capaz de disfrutar de su trabajo más que yo, al menos esa es la impresión que me da. No creo que sufra demasiado. En mi caso… Yo sufro mucho, incluso cuando disfruto del trabajo…

A veces me pregunto si realmente me gusta mi trabajo. Araki parece divertirse mucho. Esa es la diferencia. Su trabajo es tan bueno porque disfruta tanto con él. No es lo mismo en mi caso. No creo que mi trabajo sea tan bueno como la gente dice…”

Más frases de boca de nuestro hombre:

“No tengo ninguna ideología en especial, ideas sobre arte o filosofías al respecto”

“A menudo aparezco en fotografías mías en las que escenas de bondage o sexo tienen lugar. Pero no tengo el papel principal (…) Prefiero la fotografía al sexo."

“En cuanto al sexo, estamos en una época en que se ha empobrecido, creo, al menos comparado con el del período Edo. Aún así, hay una atmósfera confusa alrededor del sexo que me gusta”.

“El kinbaku (hacer nudos con cuerdas) es diferente del bondage. Ato a las mujeres porque sé que sus almas no pueden atarse. Sólo lo físico puede atarse. Poner una cuerda alrededor de una mujer es como rodearla con el brazo.”

“Las fotos en blanco y negro representan la muerte. Hacer una foto es asesinar (…) Es por eso que trato de resucitarlos. Quiero añadir el calor del cuerpo, pasión, erotismo. Esto me produce un deseo inconsciente de pintarlas.”

“(Pongo fechas) como parodia, para indicar que la perfección no fue alcanzada, ni tampoco buscada. Si hay una fecha impresa en la foto, no puede ser una obra maestra (…) La fotografía sólo dice que ese día, ese momento era hermoso. ¡Eso es la vida! Nada es mejor que un diario”.

“Siempre he querido ser conocido por montones de gente, la mayor cantidad posible.”

2 comentarios:

Fiore dijo...

hola, soy estudiante de arte y me encuentro investigando la obra de Araki, sibre todo acerca de una polémica existente entre arte y pornografía respecto a su obra, me gustaría saber si podrían ayudarm a encontrar fuentes acerca del tema o sobre algunas de sus seies fotográficas de preferncia en idioma cstellano.

Anónimo dijo...

Hola..
yo quiero hacer mi tesis de comunicacion social sobre araki pero por lo visto los libros no han sido traducidos al español?.. hasta el momento no he encontrado nada

y tu?

saludos
nataral@hotmail.com