miércoles, 28 de noviembre de 2007

Pacabaix!

Hoy pasaba por la calle Micer Mascó y pude contemplar cómo, efectivamente, se está ejecutando una condena ya anunciada; el derribo del antiguo edificio de Tabacalera. No se puede esperar nada bueno de ningún político en general, eso está claro, pero del Ayuntamiento de Valencia... menos aún.

Además me entero de que el encargado de firmar la demolición es miembro de la Real Academia de San Carlos, institución que en teoría se oponía, pero ya se sabe lo que pasa con estas cosas. ¡A trincar como cabrones! En el primer vídeo de esta página se puede ver lo bien que se lo están pasando en Guadalmedina (no lo veas si no tienes un estómago a prueba de bomba).

Aunque en realidad ya no me sorprende nada. Cerca de mi casa hay otro edificio semejante, para cuya preservación y reutilización yo mismo he puesto mi granito de arena. Logramos que se declarara Bien de Interés Cultural... ¿y? Nada de nada. Sencillamente, se está cayendo a pedazos.
Este ayuntamiento realiza expolios como quien se casca un pajote en su casa.

Es la muerte indigna de una ciudad; un auténtico despropósito. Por no hablar de otras cosas.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Superlópez - La Gran Superproducción

Bigotudo, narigudo y algo medianía -como se empeña en recordarle una y otra vez Luisa Lanas- Superlópez era uno de mis personajes favoritos del glorioso plantel de Bruguera. Al menos en los doce primeros álbumes, en los que se pueden encontrar gags de antología. A partir de “Al centro de la tierra”, el número 10, Jan optó por introducir cambios: el dibujo sin duda era mejor, más detallado y preciso, pero el tono general de las historias había cambiado… Jaime González Lidenbrock pasó de ser un repugnante y chivato pelotillero a ayudar al héroe en todas sus aventuras, y el paroxismo desenfrenado de los principios fue derivando hacia intrigas más o menos afortunadas, sin duda muy dignas y en la mayoría de casos salvadas por el muy buen hacer de Jan, pero en otros algo anodinas y simplonas (con cargantes mensajes antidroga y cosas por el estilo). El propio autor parecía ser consciente de ello; era corriente ver al principio de la historieta a algún personaje quejándose de que había comenzado “otra de las sosas y lamentables historietas de Jan”.

"Mueve multitudes, enciende pasiones, potencia la imaginación y distribuye dinero a patadas... ¿El cine?¡No, hombre! La vanidad". Pepe Moviola.

Es difícil elegir una, existiendo maravillas como “Los Cabecicubos”, “Los Alienígenas” o "La Caja de Pandora", pero mi favorita quizá sea “La Gran Superproducción”(1984) porque es una de esas cosas que, por mucho tiempo que pase, nunca te falla. He vuelto a releerla por enésima vez y, claro está, he vuelto a descojonarme con ganas. Y es que hay demasiados puntazos en esta joya como para no hacerlo.

El argumento viene a ser el siguiente: El misterioso Jefe sin nombre convierte su siniestra oficina en una productora de cine llamada Llauna Films y contrata a Cecilio Bemille (director de “El Último Mambo en Madriz”) para que dirija "Tronak El Kárbaro", un guión de López escogido entre todos por culpa de un error de la señora de la limpieza, que los desordena. Para interpretar los disparatados papeles se contrata a famosos actores: un terminal Brut Kanlaster hace de Gran Karkatak, Tetrarca de Karb; Valerie Astro, megaestrella de tintes putescos, interpreta a la bruja Tekla de Karb... Los demás actores ya están en otro nivel: un cachas con tupé llamado Miguelito Miguel Gómez (Mister Piernas 1984 de la Discoteca “Kalamitad”), que interpreta a Tronak adulto, mientras que el papel de Tronak niño corresponde a Marcelino Vinopán, un petardo de extrarradio cubierto de mugre que se pasa todo el tiempo pidiendo pitillos y que acaba de fugarse de la “prote”. Solía “zumbar tequis” (robar coches) antes de dedicarse al cine. Su frase antológica: “Lárgame un cilindrín, fotero”, dirigiéndose al cámara, que lo mira totalmente perplejo y con un interrogante sobre su testa.

Pero desde luego, la parte que debería pasar por derecho propio a los anales de historia es la final, donde se muestra el resultado del apresurado montaje que hace Superlópez. Una chapuza absoluta: fotogramas del revés, escenas equivocadas, todo un caos con el que los críticos quedan deslumbrados, calificándolo de “una denuncia del aplastamiento del hombre por la masificación de los medios de producción” o “una interrogación interdisciplinaria de unos personajes tipo que reaccionan contrariamente a lo que cabría esperar”. Así que finalmente la película, contra todo pronóstico, resulta ser el mayor éxito de la XVI Muestra Internacional de Cine de El Masnou.

Recomiendo esta historieta con todo mi corazón. Además la tienes en cualquier tienda de tebeos, dentro de la colección Olé! Superlópez, es el número 9. Creo que cuesta 3 ebros o asín, no lo sé; mi ejemplar está todavía en pesetas.

¿Y qué es una script girl…?

lunes, 19 de noviembre de 2007

Kate Bush - Wuthering Heights

Llevo todo el bendito día obsesionado con esta canción, un hit de 1978 basado en una adaptación cinematográfica de Cumbres Borrascosas, la famosa novela de Emily Brontë (la Bush todavía no la había leído por entonces) ¡No puedo quitármela de la cabeza! Y ella es tan adorablemente bizarra. Canta y baila como una loca poseída. Me encanta. Y 19 añitos que tenía entonces, hoygan.



Out on the wiley, windy moors
We’d roll and fall in green.
You had a temper like my jealousy
Too hot, too greedy.
How could you leave me,
When I needed to possess you?
I hated you. I loved you, too.

Bad dreams in the night
You told me I was going to lose the fight,
Leave behind my wuthering, wuthering
Wuthering Heights.

Heathcliff, it’s me, your Cathy, I’ve come home. I´m so cold,
let me in-a-your window

Heathcliff, it’s me, your Cathy, I’ve come home. I´m so cold,
let me in-a-your window.

Ooh, it gets dark! It gets lonely,
On the other side from you.
I pine a lot. I find the lot
Falls through without you.
I’m coming back, love,
Cruel Heathcliff, my one dream,
My only master.

Too long I roamed in the night.
I’m coming back to his side, to put it right.
I’m coming home to wuthering, wuthering,
Wuthering Heights,

Heathcliff, it’s me, your Cathy, I’ve come home. I’m so cold,
let me in-a-your window.

Heathcliff, it’s me, your Cathy, I’ve come home. I’m so cold,
let me in-a-your window.

Ooh! Let me have it.
Let me grab your soul away.
Ooh! Let me have it.
Let me grab your soul away.
You know it’s me–Cathy!

Heathcliff, it’s me, your Cathy, I’ve come home. I´m so cold,
let me in-a-your window
Heathcliff, it’s me, Cathy, I’ve come home. I´m so cold,
let me in-a-your window.

Heathcliff, it’s me, your Cathy, I’ve come home. I’m so cold.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Milán

He pasado este último puente en Milán, la capital lombarda, origen de los laureados equipos de fútbol, del arroz a la milanesa y de los diseñadores sarasas tan populares en el mundo de la escoria rosa, así como de aquellas deliciosas gomas de borrar cuyo sabor todos recordamos con una lagrimilla nostálgica. Alguien me preguntó que por qué había elegido Milán, una ciudad tan industrial, tan fea, tan cara (como si la ciudad en la que vivimos fuera el summum de los SPB… el euro nos ha esquilmado pero bien, amigos).

Le dije que la ciudad tiene más miga de lo que pueda parecer en un principio; posee un alma inaprensible, bastante escurridiza, pero ahí está, la cuna de la pulsión futurista y otras agitaciones similares. Además, existe una ventaja nada desdeñable: quizá fuera debido en parte a las fechas de mi (nuestra) visita, pero las hordas de turistas que uno se encuentra en Roma, Venecia o París no aparecen por allí, gracias a Dios. No me malinterpreten, me doy perfecta cuenta de que yo también soy uno de ellos. Hay formas quizá más y menos elegantes de acercarse a la "otredad", pero no dejo de ser, a fin de cuentas, un turista más. Los viajes se han “democratizado” inmensamente en occidente y hoy día casi todo el mundo puede montarse su viajecito por un módico precio. Y esta democratización no deja de tener cierta trampa; es producto de ella el espantoso ruido, siempre idéntico, que expande su eco entre las particularidades, luchando por borrarlas (aunque, en cualquier caso, como todos sabemos, Italia se parece muchísimo a España).


Pero bueno, pasemos a los tópicos; la famosa catedral milanesa es realmente digna de verse. Posiblemente uno de los edificios más hermosos que he visto nunca. No se parece a ninguna otra… Cuando se la contempla de lejos, recorriendo el intrincado bosque de arbotantes y pináculos, cree uno estar ante un organismo vivo a punto de crecer y expandirse hacia el cielo. Las miradas de los mártires y personajes bíblicos, revestidas de dignidad clásica, interactúan en un ritmo secreto que es un verdadero placer seguir con la mirada. Aunque hay que llevar cuidado, porque siempre puede aparecer un coche de Carabinieri a 300 kilómetros por hora en una calle peatonal. Como putas cabras, en serio.

En la pinacoteca de Brera tuve la ocasión de admirar uno de los cuadros que más me impresionaron cuando era pequeño -plantada ya la semilla del pajero futuro- y me extasiaba con las reproducciones de los libros; el Cristo Muerto de Andrea Mantegna. Ese escorzo tan violento me maravillaba, como también el detalle profundo de las heridas en manos y pies y esa gama de colores tan apagados y mortecinos. Lástima que tuviera un cristal por delante, ya que la luz se reflejaba en él e impedía apreciarlo bien… En cualquier caso mereció la pena. Junto a ese famoso Cristo de Grünewald (totalmente extremo, con sus manos-garras mutantes y esos clavos más grandes que las orejas de Ignacio Astarloa) y el de Velázquez, situado en las antípodas con su regusto clasicista (este realmente llegó a obsesionarme en más de una ocasión, como le ocurría a Víctor Ramos en Nova-2, un tebeo rarito de Luís García).


Los milaneses parecen algo más serios y taciturnos que los romanos (cosa lógica y normal, supongo, estando Milán tan cerca de la Suiza alegre y combativa) y por lo visto, por lo visto, suelen ir siempre abrigados hasta las trancas. Hacía una temperatura bastante normalita, alrededor de los 15 grados, pero todo el mundo portaba bufandas y forros polares como si estuvieran en Vladivostok. Mención especial para un hombre fascinante que merodeaba por allí, una réplica casi exacta del duce, con los calcetines por las rodillas y unas botas perfectamente relucientes, como también su cráneo afeitado a conciencia. La estación central de Milán es puro esplendor fascista también, a la par que carterista.

Por supuesto, no puede faltar la maravillosa comida italiana, una de mis debilidades. Disfruto como un cabrón cuando tengo la suerte de estar por allí, y me reafirmo en que la salsa carbonara no debería llevar nata, al menos no bajo ese nombre. Aunque es una receta romana, en Milán puede también degustarse en todo su esplendor (por ejemplo, y aunque las habrán mejores, comimos muy bien en la Trattoria 50 alle Geggio en la Via Torino) y por precios digamos aceptables. La auténtica salsa de los carboneros viene a ser tal que asín: Se cuecen los espaguetis, mientras en una sartén con un poco de aceite doramos trocitos de panceta al tamaño deseado. Cuando están al dente, se escurren, se ponen en un recipiente y entonces se les echa una o dos yemas de huevo -dependiendo de cantidad y gustos; también hay gente que echa los huevos enteros pero yo no veo que la clara aporte demasiado- y también el queso (pecorino o parmesano) y se remueven BIEN para que se hagan con el calor de la pasta. Se echa la panceta, algo más de queso si se desea y pimienta al gusto. Es para correrse, amigos. ¡Ni nata ni hostias! El risotto funghi porcini también está muy bueno, aunque prefiero els arrossos valencians que són de puta mare.

Au, a fer la mà.