domingo, 11 de mayo de 2008

Ya nos pertenecíamos

"Antes de que lo supiéramos ninguno de los dos, ya nos pertenecíamos.

Cuando estaba ante ella, felizmente sosegado, con el corazón pleno de agasajos, y callaba, y toda mi vida se entregaba en los rayos de los ojos que sólo a ella la veían, sólo a ella la abrazaban, y ella entonces volvía a contemplarme con una tierna duda y no sabía dónde estaba yo con mis pensamientos, cuando a menudo, hundido en su alegría y su belleza, la espiaba al realizar alguna de sus encantadoras ocupaciones, y al más íntimo movimiento, como la abeja en torno a las ramas vacilantes, mi alma vagaba y volaba, y cuando ella entonces se volvía hacia mí con pensamientos serenos y, sorprendida por mi alegría, me obligaba a disimularla, y ella volvía a buscar y a encontrar la calma en su querido trabajo...

Cuando, con maravillosa clarividencia, descubría cada acorde y cada discordia en las profundidades de mi ser en el momento mismo en que aparecían, antes incluso de que yo mismo las percibiera, cuando ella apreciaba la menor sombra de una nubecilla en mi frente, la menor sombra de melancolía, de orgullo en mis labios, la chispa más insignificante en mis ojos, cuando vigilaba el flujo y el reflujo de mi corazón y presentía, llena de inquietud, las horas sombrías, mientras mi espíritu, excesivamente derrochador, manirroto, se consumía en abundantes peroratas, cuando aquel ser querido, fiel como un espejo, me denunciaba la más ligera alteración en mi mejilla y a menudo me amonestaba con amistosa solicitud por la versatilidad de mi forma de ser y me regañaba como se hace con un niño al que se quiere...

¡Ah, aquella vez en que tú, toda inocencia, contaste con los dedos los escalones que había desde mi refugio hasta tu casa, cuando me enseñaste los caminos por donde paseabas, los sitios donde solías sentarte, y me contaste cómo habías pasado allí el tiempo, y acabaste diciéndome que ya entonces sentías como si yo también hubiera estado desde siempre allí...

¿No nos pertenecíamos ya desde hacía mucho tiempo?"

Friedrich Hölderlin, Hiperión o el eremita en Grecia. Traducción de Jesús Munárriz. Ed. Hiperión, Madrid, 2007.

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