jueves, 27 de septiembre de 2007

Sábado sabadete

Es noche de sábado en una discoteca del centro de la ciudad. Es éste un local más bien malogrado, puesto que quiso ser la crème de la crème, lo más exclusivo de nuestra amplia oferta nocturna, pero por desgracia se quedó a mitad de camino en su ascenso hacia la élite. Vaya, es un verdadero quiero-y-no-puedo, como por ejemplo podría ser también un Hyundai Coupé. Aún así, no está tan mal, porque al menos ponen algún tema moloncete.

Durante la tarde, en casa de un amigo, nos hemos puesto hasta arriba de cerveza, con lo que casi han desaparecido mis inhibiciones naturales. El tiempo pasa de una forma extraña, no sé si se me está haciendo larga la noche o todo lo contrario. Miro y remiro de forma absolutamente descarada a mi alrededor: pijas, pijas y más pijas. Pijas Lamborghini, pijas Hyundai Coupé, pijas Smart, pijas Twingo; pero pijas al fin y al cabo. Mi cerebro parece desintegrado. Estoy fuera de mí, no soy yo quien se está moviendo, no soy yo quien está bebiendo, no soy yo quien está hablando. ¿Me arrepentiré mañana de las barbaridades que digo? Qué más da, qué más da, qué más da.

¿Dónde está mi timidez natural? ¿Dónde mi vergüenza? Veo a una chica solita, apoyada en una columna, contoneándose discretamente. Tiene cara de no haber roto un plato en su vida: justamente mi tipo. No es espectacular, pero sí es atractiva, y más si la comparo con la que está al lado, que se parece a Jabba the Hut, y no exagero. Me quedo mirándola un rato, mientras ella escudriña todos los rincones. Bah, supongo que estará buscando a su maromo… las chicas no suelen dejarse caer por estos lugares sin compañía… Míralo, ahí está el jodido cabrón que le da a cuatro patas mientras ella pone cara de sorpresa. Y por detrás viene una chica con otro chico. ¡Parejitas!

No puedo dejar de mirarla, cada vez me gusta más. Me gusta cómo se mueve, sus gestos, su cuerpo es agradable y armonioso, como su carita de niña buena. Me doy cuenta, después de un buen rato “investigando”, de que son amigos, no parecen estar liados. Pero ¿y si me equivoco? queda algo de temor a la cagada, ahogado sin duda por la cerveza, aunque persiste. De repente, vuelven a dejarla sola. La chica parece no saber muy bien qué hacer… y yo tampoco, pero ya es demasiado tarde: me he quedado completamente colgado. Abre los ojos, parece que los tiene algo resecos por culpa de las lentillas, como me ocurre a mí… no sé muy bien qué coño pasa, nos miramos, sonreímos, le pregunto acerca de las putas lentes… y, cuando normalmente tendría que haberse largado con sus amigos y mandarme a cascármela con un calculado gesto, seguimos hablando, pasados ya los lastimosos lugares comunes. No me vuelve loca esta discoteca, dice. A mí tampoco, blablabla, nos ponemos a hablar de películas porque me dice que le gusta más ir al cine, hablamos también de la vida, qué se yo.

Bah, ¿para qué dar más detalles? La cuestión es que conseguí su teléfono, quedamos en su casa y copulamos alegremente, lo que ha cambiado bastante mi humor general. Llevaba muchísimo tiempo de sequía y era insoportable.

Podría decir, de alguna manera, que me siento vacío, pero, francamente, es que estaba ya demasiado lleno.

Y no, no estamos enamorados. ¿Para qué? ¿Para sufrir? El amor es una gilipollez.

L’amour physique est sans issue.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Ya al final de la tarde, un pensamiento fortuito hirió su vanidad: Él, en efecto, era único...

...como cualquier otro.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

¿Ánde vas, criatura?

Camino por la acera, junto a una fachada de una de esas casas de un solo piso, de las que pueden verse en mi barrio, a fin de cuentas un pueblo que terminó siendo absorbido por el crecimiento de la ciudad. Está muy deteriorada, llena de desconchones, y desde dentro pueden oírse unas voces que discuten.

En cuanto me acerco, la casa ha cambiado totalmente: tiene ahora dos pisos, está pintada de blanco inmaculado y presenta un aspecto mucho más próspero, algo parecido a las famosas casas de los indianos que hay en Asturias o Cantabria. Tengo de ella una perspectiva de conjunto, y como si fuera James Stewart en “La ventana indiscreta”, veo a una mujer bajando desde el segundo piso, a través de las ventanas. Parece poseída, en un estado de locura transitoria. Siguen oyéndose gritos, y empiezo a temer que pueda salir algo de esa casa para hacerme daño.

Me voy alejando rápidamente, y desde donde estoy ahora puedo ver un jardín pegado a la casa, lleno de balaustradas y cubierto de hiedra y arbustos. La mujer, vestida de blanco, se desploma en el centro del jardín, justo al lado de una fuente. Titubeo; no sé si acercarme para ver lo que realmente ha ocurrido, no sé si ha muerto o sólo está fingiendo. En ese momento, puedo discernir dos figuras vestidas de negro, idénticas entre sí, que se giran hacia mí con mirada inquisidora y me preguntan:

¿Dónde vas?


Este sueño se me ha repetido varias veces en los últimos cinco o seis meses. No pretendo analizarlo (aunque la mujer que aparece, bien es cierto, se corresponde muy bien con el ánima junguiana), tan sólo dejar constancia aquí, en este diario electrónico hinchado de pereza y absurda vanidad, supongo. Como la mayoría; sobre todo por lo de la vanidad.

martes, 11 de septiembre de 2007

Delfín Quishpe - Torres Gemelas

En esta señalada efemérides, puedo al fin colar este absurdo vídeo. Sí, ya sé que es algo antiguo y que las chorradas de internet en cuatro días pasan de moda, pero es que este vídeo es muy fuerte, amigos. Muy fuerte.

Lo mejor es el principio, con esa frase introductoria, pronunciada por un programa de sintetización de voz (tipo TextAloud). Y esos gestos de sorpresa y desolación… ¿Qué puedo decir? XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Y el hecho de que no rime ni un sólo verso en toda la canción a mi me parece tó vanguardista.

¡Aguante Delfín Quishpe!


lunes, 10 de septiembre de 2007

We can be heroes

Llevo unos cuantos días de enganche (o mejor dicho re-enganche) a un videojuego de hace ocho años: el insuperablemente adictivo Heroes of Might and Magic III (en su versión completa, con todas las expansiones), de la serie homónima creada por un tal Jon Van Caneghem para la ya difunta New World Computing.

Una década y pico atrás, yo era un adicto irredento a los jueguecillos (¡Dios, una década!), pero con el tiempo dejaron de interesarme, principalmente por dos razones: 1) Una gran parte se empeña en el fotorrealismo a toda costa (desdeñando el factor de abstracción-mundo paralelo que dieron gloria a grandes clásicos) o en parecerse a las películas más idiotas de Hollywood, y 2) Son demasiado largos y complicados, hasta el punto de que progresar en ellos puede llegar a ser, más que una manera de divertirse, una especie de tarea.

Así es; puedo contar con los dedos de una mano los juegos que me han llegado a gustar en esta década (los ochenta, los noventa… ¿ésta cómo diablos se llama?). Es más, en los últimos tres años apenas he probado ninguno. A esas dos razones puede añadirse el hecho de que a uno siempre le parece mejor lo que él vivió de pequeño (o preadolescente) y, cegado por sus sesgadas idealizaciones, es incapaz de admitir que a las siguientes generaciones puedan gustarles cosas diferentes (yo, he de decirlo, compadezco a los que vienen. De verdad).

En nuestro arcádico clan de pajeros peceros intercambiábamos copias y originales constantemente. Es una de las muy pocas ocasiones en las que he sentido que compartía intereses con alguien. Juegos como Doom, Duke Nukem 3D, Civilization II o UFO: Enemy Unknown formaron parte del elenco de los más memorables… De fondo sonaban Chimo Bayo, Paco Pil o Quique Supermix, mientras mi vecino, con apenas dos neuronas en pie tras sus maratonianas ingestas de éxtasis pegaba puñetazos a las paredes hasta hundirse los nudillos. Después cogía su Casio y componía lo que podrían haber sido superhits en otra galaxia paralela del abadejo.

Ya en 1996, con Madlencia acabada y nosotros a punto de entrar en el instituto, llegó a nuestras manos el Heroes of Might and Magic II, todavía para MS-DOS. Fue una revelación: una mezcla perfecta, diabólica, de estrategia por turnos, gestión de recursos y una pizquita de rol. A pesar de que nuestros padres nos decían que no jugáramos al rol porque era muy peligroso para la personalidad, no podíamos dejarlo, presas todos del síndrome del “un turno más”. Ahí estábamos, como unos fans de Manowar o Mago de Oz, inmersos en luchas épicas de 150 titanes contra 130 dragones negros y la madre. Aunque bien es cierto que la estética del juego tenía su gracia, con un toque cartoon y colorista que lo hacía muy entrañable. Horas y horas de nuestra vida fueron invertidas en ese maldito juego.

En 1999 aparece la siguiente entrega de la saga, y aunque tiene un aspecto algo más serio, como de portada de metal neoclásico, está ampliamente mejorado. Tiene más de todo, y todo está perfectamente implementado. No hace falta que lo diga, también le dedicamos un buen número de horas; pero puesto que quemamos el anterior hasta que salieron hongos en el CD, pronto lo aborrecimos. Sin embargo, no se podía discutir: era el mejor de la serie.

Después de éste han aparecido otras dos secuelas, pero ambas me han parecido una cagada: la primera, porque cambia demasiado la mecánica del juego (y a mi modo de ver, para mal) y la segunda por los putos gráficos ortopédicos en 3D que sólo estorban.

De modo que heme aquí de nuevo, entre caballeros y nigromantes, golems y elementales, artefactos mágicos y hechizos brutales, mirando el modo de conquistar ese castillo que se resiste, o destruyendo los barcos para dejar al héroe de la cpu pringado en una isla. Ah, gloria bendita. Esto sí eran juegos, pinche pendejo wey ya…

jueves, 6 de septiembre de 2007

Japrocksampler

Julian Cope ha publicado al fin su esperado volumen acerca del rock japonés de los 60 y los 70, Japrocksampler. De Bach al rock japonés de los 70 y tiro porque me toca. Va a ser cosa de pedirlo en el Amazon de la pérfida albión porque parece bastante interesante; tiene pinta de ser algo más extenso y más “serio” que su anterior libro -aunque esto hablando del amigo Cope hay que matizarlo siempre-, el cual ya mencioné por aquí: Krautrocksampler. En su página ya han publicado lo que todo el mundo esperaba: Su selección de los 50 mejores discos de la época, que adjunto aquí por si a alguien, por alguna razón, pudiera interesarle (hay de todo en este mundo):

Flower Travellin’ Band – Satori
Speed, Glue & Shinki – Eve
Les Rallizes Denudes – Heavier Than a Death In The Family

Far East Family Band – Parallel World
J.A. Caesar – Kokkyou Junreika
Love Live Life + 1 – Love Will Make a Better You
Masahiko Satoh & Soundbreakers – Amalgamation
Geinoh Yamashirogumi – Osorezan
Takehisa Kosugi – Catch-Wave
J.A. Caesar – Jasumon
Far Out – Nihonjin
Les Rallizes Denudés – Baby Blind Has It’s Mothers Eyes
Tokyo Kid Brothers – Throw Away The Books, We’re Going Out In The Streets

Far East Family – Nipponjin
Speed, Glue & Shinki – Speed, Glue & Shinki
People – Ceremony – Buddha Meets Rock
Blues Creation – Demon & Eleven Children
Flower Travellin’ Band – Made In Japan
Karuma Khyal – Alomoni 1985
Les Rallizes Denudés – Flightless Bird (yodo-go-a-go-go)
Masahiko Satoh & New Herd Orchestra – Yamatai-Fu
Magical Power Mako – Jump
Kuni Kawachi & Friends - Kirikyogen
Brast Burn - Debon
Akira Ishikawa & Count Buffaloes - Uganda
Flower Travellin’ Band - Anywhere
J.A Caesar & Shirubu - Shin Toku Maru
Gedo - Gedo
Les Rallizes Denudes - December’s Black Children
Datetenryu - Unto 1971
East Bionic Symphonia - East Bionic Symphonia
Stomu Yumashita & Masahiko Satoh - Metempsychosis
Taj Mahal Travellers - July 15, 1972
Toshi Ichiyanagi - Opera inspired by the works of Tadanori Yoko’o
Taj Mahal Travellers - August 1974
Seishokki - Organs of Blue Eclipse (1975-77)
Joji Yuasa- Music for Theatrical Drama
Group Ongaku - Music of Group Ongaku
Far East Family Band - The cave Down to Earth
The Jacks - Vacant World
3/3 - Sanbun No San
Blues Creation - Live
Various Artists - Genya Concert
Toshi Ichiyanagi/Michael Ranta/Takehisa Kosugi - Improvisation SeP.1975
Itsutsu no Akai Fusen - Flight 1&2
Maru Sankaku Shikaku - Complete Works (1970-73)
Yonin Bayashi - Ishoku-Sokuhatsu
The Helful Soul - 1st album

Conozco apenas cuatro o cinco de entre todo este revoltijo, mayormente setentero. Es muy posible que una parte de ellos sean horrores sólo soportables por cerebros muy “particulares” o Sydbarrettianos, como es el caso de Cope, o no pasen de esa fascinación extraña que ejercen las copias niponas de sus equivalentes anglosajones. El “Satori” de Flower Travellin’ Band (ya hablé de él), me parece muy bueno, como también el abrasador “Heavier Than a Death In The Family”, de los Rallizes Denudes, mítica banda relacionada con el Ejército Rojo Japonés y con el secuestro de un avión de pasajeros en 1970, y de los que no existen más que grabaciones en directo: a precio de oro. Bájenselas.


Les Rallizes Denudes tocando "Night of the Assassins" en directo en 1976

Más información aquí.

Glenn Gould - Italian Concerto BWV 971

En momentos de aflicción, conozco pocos remedios mejores que la música de Bach. Cuando termino de escucharla, nunca pongo nada más, me parece imposible. Todo lo que venga después de su emocionante perfección queda disminuido.

Anoche puse una y otra vez el Italian Concerto, con Glenn Gould al piano. Me vuelve loco cómo interpreta el último movimiento (el que aparece en el vídeo); vertiginosa velocidad y sentido del ritmo, pero también, como siempre sucede con él, claridad contrapuntística cristalina. Y de regalo, sus extravagantes canturreos (era incapaz de tocar sin cantar las piezas), uno de sus muchos rasgos controvertidos.


He aquí otro de mis pedazos favoritos del legado bachiano, el Contrapunctus IV de El Arte de la Fuga.


Si tuviera la seguridad de que Bach no existe en un hipotético "más allá", no me importaría desaparecer para siempre.

Pero bueno, por el momento aquí estamos, lo cual tampoco está tan mal…