sábado, 28 de junio de 2008

De piedra

Sí, de piedra me he quedado al ver el nuevo look de Rosa Díez:


¿Demasiadas visitas al foro Vogue? ¿Quizá está lanzando un extraño mensaje con ese estrafalario vestido? ¿Qué esconde en el pelo? Esta noche tendré pesadillas, eso seguro.

viernes, 27 de junio de 2008

Neil Young: electricidad, soldaduras y rock'n'roll


Necesito poner algo...cojo un vinilo casi al azar. Hum, esto es lo que buscaba: en la portada, unos amplis Fender de 10 metros de altura (atrezzo, claro está) y un tipo gritando extasiado, con la guitarra colgada al hombro… hay tres más con él, en una pose como muy primitiva y de cortadores de troncos. El típico listillo dirá: vaya colección de clichés rockeros trasnochados. Pues no, no y mil veces no. Esa portada es la portada de “Weld”, uno de mis discos-fetiche, perpetrado por uno de los canadienses más ilustres de todos los tiempos, junto con gente como Glenn Gould, David Cronenberg o Leonard Cohen: Neil Young… y, por supuesto, los que lo acompañan –y muy bien- son Crazy Horse: Ralph Molina, Billy Talbot y Frank “Poncho” Sampedro. Yo creo que este disco lo he puesto más veces que “Harvest” o que “After The Gold Rush”… (más incluso que el “Rust Never Sleeps”, que es bastante parecido). Es un directo grabado en 1991, en plena Guerra del Golfo; aquella que, a decir de Bodrillár, nunca tuvo lugar. El clima bélico que flotaba en el ambiente de esta gira propicia aquí una versión del “Blowin’ in the Wind” con sonidos de sirenas y bombas… que la verdad, casi siempre acabo pasando.

Los directos suelen ser material peligroso y de calidad altamente variable; a todos nos la han metido doblada alguna vez con grabaciones lamentables que dejaban todo a la imaginación del oyente (casi siempre porque no se podía oir un pijo). Me ocurrió con alguno de Joy Division, cuando me obsesioné con el suicidio de Curtis hace años: sonaban todos como una puta mierda, así que nunca encontré la grabación que buscaba.

Pero éste es excepcional, pura crema: Neil Young en su versión más hardrockera y eléctrica. A mí me encanta su faceta acústica, desde luego; pero cuando saca los acoples a pasear, no hay quien se resista. Puede que el rock esté muerto, y sin embargo pongo esto y se me olvida, en serio… casi podría volver a comprar el Ruta 66 y todo. Pones la aguja y aquello comienza con los amplificadores rugiendo literalmente, como una tormenta eléctrica; con “Hey Hey, My My”, nada menos. Brutal la versión. Buena parte de los temas están sacados de dos elepés inmediatamente anteriores –"Freedom" (1989) y "Ragged Glory" (1990), que revitalizaron su carrera, seriamente empantanada durante los ochenta (siguiendo en paralelo los descalabros de Dylan y de Van Morrison).

El minutaje total se alarga bastante por la afición de los Crazy Horse a los finales épicos… alguna canción se alarga incluso un poco demasiado, pero no es nada grave. “Like a Hurricane” dura aquí unos catorce minutos... y qué catorce minutos, Dios mío. He aquí un sólo de guitarra de verdad, capaz de abrir el corazón del más cerril de los punks: nada de virtuosismo gratuito y masturbatorio, esto es sincero y emocionante, electricidad desbocada que se te mete en el cuerpo como una segunda voz; jamás en mi vida he escuchado nada parecido. Probablemente uno de los pocos solos de guitarra que me han puesto al borde de las lágrimas, lo que tiene mérito porque normalmente los detesto (odio, por saturación, el solo de “Stairway to Heaven”). El tono de guitarra que emplea es, como su estilo, poco ortodoxo: sobrecargado, sucio, rabioso, a punto de petar. Atención también a la que, a mi parecer, es la versión definitiva de su “Crime in the City”; canción relativamente menor de su discografía que se convierte aquí en un bombazo en toda regla.

Disco ideal para aquellos momentos en los que la postmodernidad nos hunde en el tedio absoluto; esos en los que la enésima caterva de grupos de modernitos megachachis y megachochis de revista de tendencias nos hace exclamar: ¿Qué cojones hemos hecho para merecer esto? Como muestra, dos botones:

Según tengo entendido, en las primeras copias se incluía otro disco llamado “Arc”; media hora de ruido y acoples empalmados. Mi copia no lo incluía, así que nunca lo he escuchado…

lunes, 2 de junio de 2008

Primavera Sound 2008

He vuelto hoy de mis dos días en el Primavera Sound barcelonés. En líneas generales, he quedado muy satisfecho (con semejante cartel es difícil fallar del todo). Pero, eso sí, me ha decepcionado bastante comprobar como, en términos de organización, el festival va cuesta abajo de manera alarmante: controles absurdos (no tiene sentido que para llegar al Auditori haya que pasar tanto control, basta con uno, cojones), tickets "de preferencia", esa pulserita de papel de mierda, y un trato cada vez peor de los empleados. Me da la impresión de que se están durmiendo un poco en los laureles; cuando estaban despegando las vibraciones eran mucho más positivas. Pero en fin, pasemos a lo realmente importante.


Viernes 30:


Portishead: Había una cola tan monumental en el Auditori que mandé el concierto a tomar por el culo, sin más. Aunque hubiera hecho la cola, no habría conseguido entrar.

Felice Brothers: Grupo de amiguetes haciendo americana, country y esas cosas en una onda festiva. Cuando el batería salía a cantar era para molerlo a palos; mientras estaba sentado en su taburete la cosa era soportable. Suerte que eso era la mayor parte del tiempo.

Mary Weiss: La integrante de las Shangri-Las, la respuesta blanca a los grupos de chicas negros de los 60. Fue bonito verla cantar “Remember (Walking in the Sand)” y algún que otro hit de antaño. Al principio desafinaba un poco pero a la tercera canción se fue entonando. Este tipo de cosas ya se sabe que pueden llegar a producir vergüenza ajena, pero esta vez no fue así. O sea que un hurra por Mary Weiss y sus sesenta tacos. Y por su pelo perfecto.

Bishop Allen: Me aburrieron bastante, no les vi nada especial, para mí un grupo de popis más, muy del montón. Abandoné a las cinco canciones.

Bob Mould Band: El primer concierto que me satisfizo. El sonido era un poco espartano, sin muchos matices -y el último disco de Bob no es para echar cohetes-, pero unos cuantos temas de Sugar y Hüsker Dü desempolvados con energía sirvieron para dejarme contento.

Devo: Una sorpresa. Para mí es un grupo prácticamente desconocido (no he pasado del Whip It). Me da la impresión de que el tiempo no ha tratado su propuesta particularmente bien, pero aún así, en directo demostraron energía, ganas y un buen sonido, pese a la edad y a las lorzas que lucían algunos integrantes. Me habría gustado pillar uno de esos gorros.

Cat Power: Esta chica, además de estar bastante apetecible, tiene una voz que me subyuga. De sus discos tan sólo he escuchado Moon Pix, que me gustó pero que ya tiene 10 años; que yo recuerde no cayó nada de él en el tracklist. De todas formas medio concierto me lo jodió una tía que no paraba de darme la brasa (y no estaba tan buena como para tener que soportarla). Las versiones que canta ahora la Marshall no terminan de convencerme del todo.



Sábado 31:


Young Marble Giants: Para mí el mejor concierto del festival; la hora que estuvieron tocando compensó con creces toda penuria. Valió la pena ir aunque fuera sólo para verlos a ellos. Una lección magistral de pop despojado hasta lo esencial; hipnótico, hermoso, sincero, emocionante, exquisito… El “Colossal Youth” cayó enterito, claro. Alguien le pidió a Alison Statton que cantara algo de Weekend pero ella respondió con una sonrisa que: “not tonight”.

Throbbing Gristle: Me gustó mucho poder ver a Genesis P-Orridge (vaya pintas llevaba). Una orgía de ruido para poner de los nervios a cualquiera. Al final, los veinte minutos de “After Cease to Exist”, con su correspondiente proyección al fondo del escenario (una filmación del grupo-semilla COUM Transmissions, de 1977, en la que se veía una operación de cambio de sexo entre otras lindezas).

Dinosaur Jr.: No lo vi entero porque se me fue la pelota con la hora, pero lo que pude escuchar estuvo bien; mucha tralla y J.Mascis pajeándose extensivamente con sus característicos solos. Vi al Mascis tratando de entrar en el Auditori para ver a YMG y a TG con una sudadera verde como para llevarlo a juicio. Ponía cara de mala hostia porque los seguratas estuvieron vacilándole un poco. Me pregunto si tocaron la beachbóyica "Take a Run at the Sun", mi canción favorita de entre las suyas.

Tindersticks: Cojonudo cierre. Para mí Tindersticks fue uno de los mejores grupos de los 90, sin ninguna duda. Y, qué diablos, es uno de los mejores grupos de ahora mismo (el último disco es fantástico). Música elegante, triste y decadente, para atizarte gin-tonics mientras te torturas con la memoria de aquella chica que te dejó. Los espasmos y movimientos de Stuart, para el recuerdo. Trompetas, saxos, violines, cellos, órganos, todo contribuyó a elevarme e incluso a hacerme olvidar la presencia de otra plasta más que se quejaba todo el rato de que no podía ver. ¡Joder, y a mi qué cojones me cuentas! Vete a tumbarte ahí en la hierba con tu puto combinado garrafonero, hombre.

En fin, gilipollas y pesados sin modales hay en todas partes. No hay manera de librarse de ellos. Creo que voy a escucharme el “Colossal Youth” otra vez.