domingo, 21 de enero de 2007

Mi giganta soñada

Es de noche. Me abro paso entre una extraña maleza. Las ramas crujen con estrépito al pisarlas y me da miedo que alguien me descubra. Después de un buen rato batallando con arbustos, hojarasca y hierbajos varios, me encuentro en un inhóspito y yermo lugar. Hacia los lados únicamente se ve el horizonte; miro hacia arriba y la luna está casi llena, tan sólo un pequeño mordisco la priva de su brillante y femenina plenitud. No sé hacia dónde seguir, me siento perdido y solo. Avanzo con miedo; no sé adónde voy, no veo nada, estoy empezando a desesperarme.

Pero entonces veo aparecer, allá al fondo, una extraña protuberancia. ¿Es eso una colina? Corro hacia ella con todas mis fuerzas. A medida que me acerco, su textura se va revelando poco a poco. ¡Es una colina de piel! La luna la ilumina de pleno y advierto también que es suave; es la piel de una mujer. ¡Vaya suerte! No sé por dónde empezar…

Subo por ella, la muerdo, la agarro bien fuerte, me tumbo, luego salto… me siento colmado. Estoy rodeado de piel suave, tersa y cálida. Arriba otros dos globos de carne, rematados por dos sublimes pezones, que superan en su armonía y proporción a toda arquitectura salida de la mano del hombre. Son más grandes que yo: cuando me abrazo a ellos no puedo abarcarlos por completo.

Gustave Courbet, El Origen del Mundo

Más abajo veo una vulva gigantesca, húmeda y cálida, con olor a mar. Me invita a entrar. El ano, como un gran sol de carne, acompaña la entrada. Es el momento de… ¿volver al útero?

No lo sé, porque es entonces cuando me despierto. ¡Bah!

Me pregunto de dónde habrá salido todo eso. ¿Tendrá algo que ver con este poema del genial Baudelaire? Aunque también podría ser un rollo a lo Robert Crumb…

LA GÉANTE

"Du temps que la nature en sa verve puissante
Concevait chaque jour des enfants monstrueux,
J’eusse aimé vivre auprès d’une jeune géante,
Comme aux pieds d’une reine un chat voluptueux.

J’eusse aimé voir son corps fleurir avec son âme
Et grandir librement de ses terribles jeux;
Deviner si son coeur couve une sombre flamme
Aux humides brouillards qui nagent dans ses yeux,

Parcourir à loisir ses magnifiques formes;
Ramper sur le versant de ses genoux énormes,
Et parfois en été, quand les soleils malsains,

Lasse, la font s’étendre à travers la campagne,
Dormir nochalamment à l’ombre de ses seins,
Comme un hameau paisible au pied d’une montagne."

Whoa, babe!

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