lunes, 15 de enero de 2007

Kavafis y las Ítacas

El otro día comentaba con una bellísima amiga de nombre griego que cuando leo poesía soy muy selectivo; ella decía que también. Y es que de los poetas que he leído -que no son demasiados- puedo decir que una minoría muy selecta son habituales (ahora mismo Baudelaire, especialmente), mientras que hay otros que no puedo soportar; me repelen desde el momento en que abro el libro. Pueden ser múltiples los motivos. Por ejemplo, si un político se pone a recitar un poema, por lo que a mí respecta lo ha destrozado para siempre. Hará cosa de un mes salió en la tele Zapatero recitando al peñazo de Gamoneda (aunque dudo que este hubiera llegado jamás a ser de mis habituales) y tuve que cambiar de canal. A Aznar creo que le molaba más Pemán.

Hoy me ha venido a la cabeza uno de mis poemas preferidos de todos los tiempos, del griego Kavafis. Ahora que recuerdo, a Alfonso Guerra le gustaba Kavafis... aunque creo que nunca tuvo la indelicadeza de destrozarlo. Pero bueno, también le gusta a Panero. Es éste, posiblemente uno de los más conocidos:

Constantino Kavafis - Ítaca


Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de descubrimientos.
A Lestrígones, Cíclopes,
al colérico Poseidón - no temas:
nunca hallarás tales seres en tu camino,
nunca mientras altos sean tus pensamientos,
mientras una extraña emoción
estimule tu alma y tu cuerpo.
A Lestrígones, Cíclopes,
al fiero Poseidón, nunca encontrarás
a menos que en tu alma los lleves dentro,
a menos que tu alma los ponga ante ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano en que,
con gran placer y alegría,
entres en puertos desconocidos;
podrías detenerte en los mercados de Fenicia
y comprar hermosas cosas,
coral y nácar, ámbar y ébano,
toda clase de perfumes sensuales...
adquiere tantos como puedas:
podrías visitar muchas ciudades egipcias
y no dejar de aprender de sus sabios.
Que siempre Ítaca esté en tu pensamiento.

Llegar ahí es tu destino.
Pero nunca apresures el viaje.
Es preferible que dure años,
que seas viejo cuando alcances la isla,
rico con todo lo que habrás ganado en el camino,
sin esperar que sea Ítaca la que te haga rico.
Ítaca te dio un maravilloso viaje.
Sin ella no habrías partido.
Pero ya no tiene más que darte.

Y si la encuentras pobre, no creas que Ítaca te ha engañado.
Sabio como te has hecho, tan pleno de experiencia,
habrás entendido lo que significan las Ítacas.

Después de leerlo me dan ganas de leer la Odisea de nuevo, y también de hacer un viaje por Grecia. Aunque primero puede que me pase por Salamanca...

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