jueves, 31 de julio de 2008
Megamix de agosto
20 temazos.
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lunes, 21 de julio de 2008
Chinesisches Roulette
Impresiones. La película es verdaderamente gélida y teatral, casi dreyeriana en algunos momentos (con esos cruces de primeros planos -y de espejos-). Desde luego, bien poco tiene de mediterránea; todo se rumia interiormente, a escondidas (el espacio de la película también es todo el tiempo un interior), y los personajes se manifiestan parcamente, pero siempre afilados cual cuchillo de cocina noruego.
Me ha traído a la memoria algunas otras películas cuyo desarrollo parte de una reunión de burgueses terminales, especialmente a mi favorita de todas ellas, “
La punta del iceberg se descubre al final; en ese sentido me ha recordado también a una novela bastante interesante de Sándor Márai –la única que me ha gustado de entre las suyas que he leído-, otro burgués, este suicidado a una edad ya muy avanzada. La novela se titula “El último encuentro”, y hay como un paralelismo entre el devastador diálogo de los protagonistas (dos viejos amigos heridos por los celos y el rencor), en el que explota al fin todo lo que se nos había estado anticipando, y el juego urdido por la pequeñaja para desquitarse con aquellos que la desprecian. Me encanta la mala hostia de la cría, acechando entre tirabuzones y muñecas siniestras y cuya cara me trae ecos de
A destacar también el "escritor", que deja adivinar todo un mundo de turbulencias (ese momento de duda con el chico de la gasolinera), y cuyo monólogo en la película anuncia una especie de nuevo orden en un loop corta-y-pega de otros autores.
martes, 15 de julio de 2008
Emil Cioran
Hay en él un exceso de capricho y de irresponsabilidad. Cioran hace trampa, y no me vale que él mismo lo reconociera continuamente. Minimiza la base de cualquier cosa, anula todo proceso, todo razonamiento, sea de la naturaleza que sea; y así todo se convierte en pura excreción de humores, estados pasajeros intercambiables unos por otros, misticismo abortado. Todo eso, que entonces me daba bastante gustito, ya no me aporta nada. Únicamente veo una colección de perplejidades; un espíritu perdido, como él mismo definió, en “la embriaguez del atolladero”.
Un hombre que solía quejarse del exceso terminológico de la filosofía moderna (dijo darse cuenta de la farsa que la sustentaba al leer “El ser y el tiempo” de Heidegger), pero que a su vez también abusa notablemente del lenguaje al decir cosas como “La vida es el kitsch de la materia” o “Resulta increíble que la perspectiva de tener un biógrafo no haya hecho renunciar a nadie a tener una vida”, entre otras muchas de sus perlas.
Es curioso que, a pesar de su pasado en
Quizá sirva como azotamentes hasta cierto punto (y es cierto que vivió de forma muy austera y que rechazó todos los premios literarios que se le otorgaron, lo cual le honra) pero lo que es yo, he perdido ya el interés en sus desoladas cavilaciones. Ejemplos en este blog, que recopila sus cuadernos.