¿Qué fue de los salones recreativos? Sí, esos entrañables tugurios de extrarradio envueltos en humo, con el suelo pegajoso y cubierto de pipas y otros desechos y por donde campaban a sus anchas montones de jóvenes hiperactivos y con problemas de atención o similares. Dejé de visitarlos cuando las partidas pasaron a costar 20 duros. Ahora ya no existen, si no es en centros comerciales, o por lo menos yo ya hace bastante tiempo que no veo ninguno; aunque, siendo sincero, no los echo a faltar. Lo que sí añoro, vaya si lo añoro, es esa época en que podía pasarme el día en la puta calle sin ningún problema, bajarme un bocata para cenar con los pilluelos y jugar al fútbol hasta las doce, sin preocupaciones ni neurosis de ningún tipo. Fue más tarde cuando vino el teen angst y mi era Todd Solondz. Pero no es este el tema del post.
En aquellos recreativos, y también en algunos bares, se podían encontrar las clásicas cabinas de videojuegos, a cinco duros de los grandotes la partida, que contenían una placa con el juego en cuestión y que el dueño podía cambiar por un módico precio cuando quisiera. El sistema Neo Geo, creado por la compañía nipona SNK, tuvo gran éxito en este soporte a principios de los 90. Los juegos tenían una calidad gráfica impresionante para la época, con sprites gigantescos, efectos de scaling y montones de colores. En fin, era la polla en verso, y más si la comparabas con la pobre NES, que era la que teníamos la mayoría por aquel entonces. Ah, la NES, ese entrañable icono ochentero, la causante del boom videojueguístico y fuente inestimable de samples para los dementes paladines del chiptunaje. Siempre te amaré.
Lo que convirtió este sistema en una especie de mito subterráneo entre los pajeros consoleros fue su versión doméstica. Efectivamente, existía una consola Neo-Geo, que funcionaba con cartuchos como nuestra querida NES, pero cuya potencia era equivalente a una recreativa. Yo nunca la he visto, porque nadie la tenía, ni tampoco se vendía en las tiendas normales; y, sobre todo, su precio era un absoluto disparate, una locura. Los cartuchos, al disponer de una cantidad de memoria tan enorme, costaban de 20,000 a 60.000 pesetas, o incluso más, creo (dependiendo del juego, pero en cualquier caso, algo totalmente exagerado y prohibitivo). Esos astronómicos precios, unidos a su aplastante superioridad tecnológica y a su oscuridad, hicieron de la Neo-Geo objeto de deseo entre los videoadictos. El sistema doméstico no se vendió bien y tardaron demasiado tiempo en sacar una versión en CD, que reducía drásticamente el precio de los juegos.
¡Quién nos iba a decir que en unos años íbamos a poder disfrutar del catálogo completo en un PC gracias al fenómeno de los emuladores! Hace poco bajé las roms de este sistema (las borré en 24 horas, como manda la ley, por supuesto) y eché unas partidas. La ventaja que tienen este tipo de juegos es que son extremadamente simples: palanca y dos, tres o cuatro botones. Coger y jugar, sin complicaciones, en pequeñas ráfagas, cinco minutos, diez minutos, máximo media hora. Destruir, matar, volar cosas. Los juegos de nueva generación piden demasiado para mí, demasiadas horas, demasiada inmersión, demasiada complicación, demasiado todo, y me termino aburriendo. Sí, estos son muy simples. Pero no fáciles, desde luego. Son jodidamente difíciles, diabólicamente difíciles muchos de ellos, auténticos cabronazos diseñados para sacar los cuartos a los pobres chavales. Pero ahora con créditos infinitos ya no tenemos necesidad de maldecir ni de golpear nada…
Mi top 5 actual de Neo-Geo vendría a ser el siguiente a día de hoy:
Blazing Star: Gran shooter, probablemente el mejor de esta plataforma, claro que es relativamente reciente. En la época en la que yo jugaba existía también uno llamado Last Resort, un auténtico hijo de puta imposible de pasar cuya primera pantalla recordaba enormemente a la Neo Tokio creada por Otomo. Este Blazing Star contiene un buen número de frases en Engrish, un inglés asiático muy bizarro e hilarante.
Last Resort (1992)
Metal Slug: Este es glorioso y también uno de los más populares (ha salido también en otros sistemas), un run and gun que supone uno de los puntos más altos del arte del píxel. La tercera parte es mi favorita; especialmente la pantalla que aparece en el vídeo, donde el jugador puede ser convertido en zombie y derribar helicópteros… con un vómito de sangre que barre toda la pantalla. (?) Son bastante difíciles, todos ellos, pero con continuaciones ilimitadas no hay problema.
Thrash Rally: Típico juego de cochecitos con visión cenital. Uno de los que tenían en los recreativos a los que solía acudir. De los primeros que salieron para la Neo, bastante normalito gráficamente hablando, pero muy divertido y entrañable.
Windjammers: ¿Pong con frisbies? What the hell is this? Prueba de que los videojuegos no tienen por qué parecerse necesariamente a la realidad para ser divertidos; especialmente entretenido con dos jugadores. Me dejé más de una paga en el jueguito este de los huevos.
Los recomiendo todos ellos, para momentos de aburrimiento terminal, o para desfogarse un ratito. Los emuladores y las roms se pueden conseguir en la sempiterna mula, claro, o pueden también mirar aquí para empezar.
I recordeu: Tots volem pólvora, i per als xiquets també! Vixca les falles!
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