domingo, 13 de mayo de 2007

John Cale en el Observatori

Este viernes pasado estuve viendo a John Cale (& Band) en ese festival tan modernete que es el Observatori (aunque prefiero festivales modernetes que tener a Fernando Alonso tocando los cojones por aquí; Ecclestone, enano de mierda, métete tu puto circuito por el culo).

Bien. Tras unas tapas de chistorra y chopitos en el Bar Iruña –cuánta inspiración sacaría el Sr. Chinarro de su bizarrísima camarera- me dirigí al escenario, bajo el imponente –y caro- marco arquitectónico de la Ciutat de les Arts. Jay-Jay Johanson estaba ya terminando y la verdad es que no me apetecía demasiado verle con su amondrigonamiento extremo. Al cabo de un rato, a las 10 de la noche, vimos aparecer a John, con un teclado, un chelista y un guitarrista; de vez en cuando se pasaba a la acústica. Me llamó la atención la buena pinta que tiene para sus 65 años (y sus muchas drogas consumidas).

El concierto fue muy disfrutable; desgranó varios de sus temas en solitario (mención especial para la estupenda balada “You Know More than I Know”, que esperaba -nunca mejor dicho- como agua de Mayo), “Ship of Fools”, “Paris 1919” o su versión de “Hallelujah” con una introducción así como house que me descolocó bastante.



La verdad es que no controlo mucho de la obra del amigo Cale en solitario, salvo el Paris 1919, el directo Fragments for a Rainy Season, un recopilatorio de los años en que grabó en Island Records, y algo como productor (el The Marble Index de Nico). Sí que me sorprendió ver en Last.fm (¡a qué mala hora se me ocurrió instalarme eso!) que Juan Gitano ronda las 350,000 escuchas, mientras que Lou Reed lleva ya 1,850,000; aunque bien es cierto que Cale nunca tuvo un hit como “Walk on the Wild Side” y que él era la parte más experimental y abrasiva de la Velvet. Sí, él fue el que tocó con La Monte Young y Terry Riley y, sobre todo, él fue el principal causante de “Sister Ray”, ese maelstrom sonoro de diecisiete minutos con que solían terminar muchos de sus conciertos.

Sin embargo, un disco como Paris 1919 (el que siempre se suele incluir en las listas para representarlo), a pesar de su trasfondo amargo (dijo de él que fue “un ejemplo de cómo utilizar las formas más agradables para decir algo muy feo”), es extremadamente accesible, melódico, sencillo, y en suma, de agradabilísima escucha (destaco la deliciosa “Andalucia”). Fue más bien esa vertiente la que Cale presentó en esa hora y pico de concierto. Así que ni cabezas de pollos muertos, ni máscaras de hockey, ni locuras con la viola eléctrica; tan sólo un estupendo y tremendamente eficaz set acústico.

Después, como postre, vino Jimi Tenor & Kabu Kabu. Jimi Tenor es un finlandés (al menos de lejos, me recordaba a Joaquín Reyes) que ya lleva unos años metido en el ajo. Armado con su saxo, vestido como algo parecido a Sun Ra o a Elvis en sus años finales, Jimi apareció con un quinteto de ¿jazz? y un percusionista tope africano. Al cabo de una hora, todo sea dicho, se me comenzaba a hacer un tanto pesado, pero al menos me entretuvo durante un rato con su eclecticismo jazzístico-funky-electrónico. ¿Quizá en disco me convenza algo más? No lo sé.

Antes de irme, considero oportuno mencionar la música de Cornelius; he escuchado bastante este fin de semana el último que sacó, el año pasado: Sensuous. Está bastante chula la música de este nipón; no todo el disco, pero por ejemplo “Breezin’” me gusta mucho . Y sus vídeos también molan. Una muestra:


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